Marlon Brando y Eva Marie Saint en "Nido de Ratas" (1954) de Elia Kazan

Brando y los umbrales de lo real

Curiosidades de la actuación en anécdotas de Marlon Brando

12 de abril de 2025

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En una de las entregas de CINEMATOFILOS, el excelente espacio que dirige Andrés Fevrier, encuentro un comentario muy interesante sobre una famosa escena del cine. Para quienes no la vieron, en "Nido de Ratas" (On the waterfront) película de Elia Kazan de 1954, hay un plano en el que Eva Marie Saint y Marlon Brando tienen un encuentro ambiguo, en el que ella teme y desconfía de él. Transcribo el desarrollo de la escena en el relato del propio Andrés: "Terry Malloy (Brando) y Edie Doyle (Saint) caminan juntos por el parque. “Será mejor que me vaya”, advierte ella, inquieta. “No tenés por qué tenerme miedo. No te voy a morder”, responde él, tratando de retenerla. Hace frío, y la joven saca un par de guantes de lana del bolsillo para ponérselos. Uno de ellos se le cae al piso y él lo levanta. En lugar de dárselo, comienza a limpiarlo, a quitarle los restos de polvo y hojas. Edie está incómoda, quiere que le devuelvan el guante para poder irse, pero no se anima a decirlo. Terry se sienta en una hamaca, juguetea un poco con él y se lo pone en la mano izquierda" Según el director de la película, Marlon aprovechó la caída accidental del guante incrementando la tensión del momento. El texto de Frevrier se basa en la escena para desplegar interesantes reflexiones sobre el realismo dramático, sus cultores y sus escuelas, desde Stanislawski hasta el Actor´s Studio de Lee Strasberg. En mi caso, elijo un tópico más menudo pero que me resulta sabroso. Hay otra anécdota de Marlon Brando relacionada con la misma cuestión. En 1972, durante la filmación de "Último Tango en París", Bernardo Bertolucci necesita que los protagonistas intercambien recuerdos amargos de su vida. Le pide a Brando que no actúe, que evoque algo real de su pasado. Muchos años después, Bertolucci se reencuentra con Brando y le recuerda elogiosamente aquella escena por el realismo de sus confesiones. Para su perplejidad, Brando le contesta: "Ah, te lo creíste". Esta situación parece extrapolada con aquella de “Nido de Ratas”. Allá añadió una situación real dentro de una ficción y aquí presentó como real un recuerdo personal inexistente. En ambos casos la primera respuesta al alcance de cualquiera es que se trata de un enorme actor, quizá el mayor de todos en el cine. Sin poner esto en duda, creo también que la realidad o irrealidad de las experiencias y emociones se encuentran a expensas de lo que llamaría la "permeabilidad" de quien debe convocarlas para ejercer con ellas una ficción, con lo cual el límite entre ambas dimensiones deviene difuso. Cuando a Marguerite Yourcenar le preguntaron cómo podía ponerse en la piel de un emperador romano y hombre (a propósito de sus “Memorias de Adriano”), citó esta frase de un filósofo pangenetista: "todos fuimos alguna vez un árbol, un pez o una niña".Podría ser una ilusión de cuño esotérico o tal vez, la clave más profunda para explicar la posibilidad de transmutarse, momentáneamente, en otro.

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