
Frank Capra, la emoción es lo central
Juego eficaz de un hábil director
13 de abril de 2025
Oval y empecinada, Claudette Colbert prosigue su marcha hacia el altar. Cometerá el casamiento equivocado (lo aclaro porque el inventario mágico del cine incluye el acierto matrimonial). No soporto su impasibilidad, sé muy bien que ella quiere a otro. Confío en Frank Capra -director de esta película- pero noto que ha llegado muy lejos. Estoy viendo “Lo que sucedió aquella noche” de 1934.
Me duele la situación de Clark Gable, desdeñado por Claudette. Él también ama a esta ricachona rebelde que abandonó a nado el yate de papá para escapar del mismo matrimonio que ahora está por sellar. Quiso el destino -benévolo con la taquilla- que Clark Gable, un periodista en apuros, se cruce con ella durante su fuga. Un lujo con su bigote fino, el sombrero inclinado y un largo gabán de lana. Salvo que no tiene un peso y lo acaban de echar del periódico.
Pero si algo distingue al cine es que allí se concretan las cosas deseadas por inverosímiles que parezcan. Le digo a ese diablo realista que me está molestando: Es absolutamente posible que la consentida Claudette Colbert se enamore del desheredado Clark Gable. Pero ella, que ahora marcha orgullosa, debería recordar: Cuando se quedó dormida en el asiento del micro y le entregó su cabeza al hombro cálido de Clark, cuando él la alzó en brazos para cruzar un arroyo o cuando la cubrió tiernamente con su sobretodo. O mejor, aquella noche en la cabaña. Clark tendió una soga entre las camas y colgó una frazada como frontera. El plano me los mostró a los dos y vi cuánto se deseaban. ¿Si Capra me manipula con fantasías? ¡Pobre mi diablo corrosivo! Sigo apostando a que la frazada caiga porque hay una realidad hermosa en el mundo de las emociones. Allí Frank Capra es el emperador y yo el súbdito feliz.