Anna Magnani, Tony Franciosa y Anthonny Queen en "Viento Salvaje"

La mujer, en una película precursora

Un contraste donde la sensibilidad femenina redime lo brutal y lo vulgar

27 de abril de 2025

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El universo femenino ha sido sin duda el campo de exploración del director de cine George Cukor. Norteamericano de origen judío-húngaro, entre sus numerosos y magistrales trabajos se cuentan filmes como “La dama de las camelias” (1936) o “My fair Lady” (1964). Bajo su dirección se lucieron sucesivamente, Norma Shearer, Joan Crawford, Katherine Hepburn, Ingrid Bergman, Marilyn Monroe, Greta Garbo, Vivien Leigh, Ava Gardner, Sophia Loren, Lana Turner, Judy Garland, Audrey Hepburn, Liz Taylor, Jane Fonda y Jacqueline Bisset. Debió abandonar la dirección de “Lo que el viento se llevó” porque a alguien lo irritaba la orientación sexual del talentoso director.

En el mediodía del siglo XX, cada mujer fue una heroína. El reconocimiento de sus derechos y sus potencias abrió un espacio nuevo dentro de la cultura. Cukor se mueve especialmente allí. En el caso de “Viento salvaje” la elección de la protagonista no pudo ser mejor. El personaje de Gioia, quien debe dejar su vida en Italia y marchar a Nevada (EEUU) para casarse con el viudo de su propia hermana (Anthony Quinn), es otra construcción dramática que estalla por la impronta incontenible de Anna Magnani. Vittorio de Sica, que dirigió a la actriz italiana en 1941 reveló alguna de sus claves:“su risa es fuerte, trágica, asombrosa”.Eternizada por Roberto Rosellini enRoma, ciudad abierta” (1946) el futuro del cine no encontrará un sustituto para esta expresión tan singular de la belleza. Ella será entonces, en la firme película de Cukor, ese viento capaz de derribar la disimulada brutalidad de ciertas costumbres o roles prefigurados. Incluso la infidelidad irá a inscribirse, en este caso, dentro de un arrollador reclamo de la vida. Por su parte, el sólido guión le exige al personaje de Anthony Quinn una inicial dureza que sepa tornarse en reflexión y ternura. El actor de “Zorba el Griego” y “La Strada” aporta esa ambivalencia de una manera indudable y, por momentos, exquisita.

Entre las curiosidades del film podemos citar la juvenil presencia de Anthony Franciosa y el dato de que la ígnea convergencia Magnani-Quinn, habrá de repetirse en un set de filmación hacia el año 1969 (“El secreto de Santa Victoria” de Stanley Kramer).

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